Empantanado México en el monopolio farmacéutico y la crisis presupuestal

Posted by . on sábado, 16 de octubre de 2021 0

 

Alberto Moreno. 

Ciudad de México-.Ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico de 34 países, el nuestro, ocupa el lugar 33 en camas hospitalarias, –un lugar delante de Colombia-; Japón por cada mil habitantes dispone de 13 camas, mientras que México sólo de una. 

Esta situación de crisis del sistema sanitario, contrasta con la idea que los negocios más grandes, rentables y prometedores del mundo están en el sector salud, del que se demandan múltiples servicios, medicamentos diversos y que absorbe elevados presupuestos públicos para pagar funcionarios, enfermeras, camilleros, médicos y cirujanos, laboratoristas, seguros, equipos y transportes, etc. Veamos más de cerca. 

LA SALUD MUNDIAL: la Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que los países desarrollados gastan anualmente más del 10% del producto interno bruto (PIB) en servicios sanitarios y de higiene; Estados Unidos invierte casi 14% del PIB en acciones sanitarias –equivalente al 23% del gasto total y que potenció a partir del 2019 por la pandemia-, para el 2026 probablemente alcance el 20% del PIB; este dato apunta hacia dónde va su política social y qué sectores resultan prioritarios; no obstante, será un gran reto porque el crecimiento anual del PIB difícilmente supera tasas del 3%. 

EL MONOPOLIO MUNDIAL DE SALUD: ciertamente se trata de un millonario y extraordinario negocio, que está súper monopolizado por: Omron Healthcare, Inc; F. Hoffmann-La Roche Ltd; Johnson & Johnson; 3M Health Care; Bayer AG; Phillips Healthcare; Gentiva Health Services, Inc; Invacare Corporation; Cardinal Health, Inc; Abbott Laboratories; Medtronic, Inc; GE Healthcare, Bristol-Myers, Merck, Pfizer, entre otras más. 

SEGÚN EL SAPO LA PEDRADA: estas multinacionales, segmentaron el mercado por capacidad adquisitiva en bloques: Medio Oriente y África, América del Norte, Europa, Asia-Pacífico y América del Sur, así dividieron a sus consumidores para "chupar" hasta el último dólar disponible para gastos en salud, pues, sus políticas de venta, no se basan en sus costos de producción y distribución, si no en los presupuestos públicos y privados disponibles para comprar bienes y servicios de salud, vendiendo un mismo producto a precios distintos a cada bloque. 

ORIGEN DEL MONOPOLIO: otra vez, el gobierno estadounidense, promovió desde la primera mitad del siglo XX, que la industria farmacéutica se apropiara de "las patentes" por tiempos casi indefinidos; a partir de 1960, Europa hizo lo mismo: Alemania, Francia, Italia, Suiza, España, entre otros; así que: las leyes de propiedad intelectual han matado más seres humanos que la condenada bomba nuclear. 

Anteriormente, varios países prohibían "privatizar fórmulas farmacéuticas y medicamentos, pues, eran bienes sociales"; pero con el argumento que bajarían los precios hasta igualar el costo marginal, se eliminó la competencia entre empresas y el sobreprecio terminó por crear monopolios farmacéuticos. 

PRIVATIZACIÓN DE LA VIDA HUMANA: la globalización de la política de sobre defensa de la propiedad intelectual e industrial –promovida a ultranza en los tratados comerciales por la Organización Mundial del Comercio y por la OMS– cerró el acceso a los medicamentos y aniquiló el derecho humano a la salud, que tienen todas las personas, peor aún, al privatizar los medicamentos y ciertos alimentos como las semillas para siembra –bienes vitales– mediante las patentes, se privatizó la vida misma. 

EL MITO DE LA COVERTURA UNIVERSAL: ante los grandes costos que significa la atención nacional de la salud, son los gobiernos los responsables de solventar entre el 70 y 85 % del gasto sanitario total, pues, a nivel mundial menos de una tercera parte de la población puede sufragar el 100% de sus costos médicos. 

La cobertura sanitaria universal, objetivo de todos los organismos de salud internacionales y de los Estados nacionales, es incumplible –mientras continúe el sistema económico actual-: la pobreza, la desigualdad, el monopolio de la industria farmacéutica más la carencia de empleo, informalidad y bajo crecimiento de las economías impiden la cobertura universal de la salud. 

 

MÉXICO: de 1994 al 2005, el gasto público en salud fue del 2.6% del PIB, para el 2010 alcanzó el 3.1% y en el 2017 nuevamente cayó al 2.8 y en el 2022 conforme al presupuesto será de 2.9% -con 824 mil 181 millones de pesos –sin olvidar que son tiempos de pandemia-. 

 

Los funcionarios y hacedores de la política de salud, necesitan poner atención en la forma de gastar ese 2.9% del PIB, dada la gran desigualdad social y la pésima distribución del ingreso, con servicios médicos caros, sin una industria farmacéutica, precios elevados de los medicamentos y equipos importados; la situación de la salud y de la economía están siendo muy delicadas en términos políticos y sociales, debido a una larga historia de despilfarro, corrupción y excesivos costos administrativos; además, para incrementar el gasto se requiere una política impositiva más activa, cuya principal resistencia viene del sector empresarial y privado. 

 

Tampoco será suficiente, incrementar el presupuesto para conseguir el desarrollo del sector salud, si no se acompaña de inversiones en las cadenas proveedoras de insumos para fabricar medicinas, tecnologías, infraestructura y mano de obra calificada, peor aún, ese mayor gasto termina causando un proceso inflacionario, porque no se eleva la oferta de bienes y servicios de salubridad si no solamente se incrementa la demanda, elevando el costo de las consultas y el precio de los medicamentos. 

 

INAPLAZABLE: nos quedaremos con la reflexión que, en 28 años, el presupuesto en salud sólo se incrementó tres décimas de punto del PIB; sin duda, representa un "foco rojo para la 4T", que mientras fortalece la salud de la economía con un 4.8% del PIB para el sector energético no descuide la integridad física y mental de las personas; además, la iniciativa privada no desarrollará una industria farmacéutica nacional, pues de los 400 dólares per cápita anuales para salud, 76% viene del gobierno y sólo 24% el sector privado. 

 

Hasta cuando, las secretarías de hacienda, economía y salud convocarán a los distintos actores a conformar una política farmacéutica nacional donde la medicina tradicional mexicana -mal llamada alternativa- tiene mucho que aportar. 

 

INCITACIÓN MEXIQUENSE: en seguimiento de la política clerical, en esta ocasión exploramos las relaciones de Juan Pablo II con México, quien realizó cinco visitas –la primera fue en 1979, un año después de ser nombrado Papa; otra en 1990, luego en 1993, otra vez en 1999 y la última en el 2002-; en las dos últimas pareció dar los "óleos del enfermo" al moribundo PRI y dar a Vicente Fox y al PAN, recién llegados a la Presidencia los "oleos catecúmenos" para que se resistieran al poder del mal en sus formas de alta corrupción –pero no funcionó-, finalmente la estructura jurídica anticlerical implementada por la Constitución de 1917 y concluida en 1992. 

 

Entre las razones del Papa para seleccionar a México y América Latina, figuran las de acrecentar la matrícula de católicos que venía perdiendo el continente europeo; otra coincidencia fue que las dictaduras latinoamericanas aceptaron la supremacía del gobierno estadounidense, iniciándose una "limpia" de revolucionarios de forma generalizada, eliminando grupos enteros de opositores a los gobiernos; en México, el grupo de Lucio Cabañas fue brutalmente borrado del mapa político y los movimientos agraristas también fueron reducidos a meros juicios agrarios en la Secretaría, misma que Felipe Calderón desapareció en el 2009 y que en el 2013 se perdió en el mar utópico llamado SEDATU. 

 

Una suerte similar corrieron los grupos de lucha social en Argentina, Nicaragua, Colombia, Chile y muchos otros países, pues dichos movimientos eran "estorbos" para el sistema político-económico  denominado neoliberalismo que se venía proyectando desde Washington como opción regional y mundial; para afianzar dicho modelo, era fundamental no solamente contar con apoyos del Banco Mundial, Fondo Monetario, Nacionales Unidas, sino también era primordial meter  al Vaticano, ya que, garantizaba un amplio control social y reforzaría al aparato gubernamental mediante la activación del Clero en todas las latitudes y espacios sociales, políticos y empresariales; –la evangelización, la economía, la cultura y las doctrinas sociales católicas nuevamente encontró el Estado-Clero una armonía excepcional para alcanzar todos los terrenos y convivir en Santa "Pax Deorum", para combatir al comunismo latinoamericano y al de cualquier parte del planeta-. 

 

Otros dieron una lectura opuesta a la señalada, diciendo que México era "puerta de entrada" de expresiones religiosas antagónicas al catolicismo desde los Estados Unidos –sociedades protestantes-; que nuestro país era receptor de cientos de miles de migrantes latinoamericanos que buscaban llegar al norte del continente y que la sociedad mexicana es altamente católica y guadalupana –conservadora-, con un clero obediente y con liderazgo regional para contener la invasión protestante que llegada tanto por la frontera norte como por la del sur; en los hechos, esta lectura quedó corta frente al avance concertado del neoliberalismo en toda Latinoamérica y la domesticación de los gobiernos y del sistema político por parte del Vaticano, al mismo tiempo que –de forma contraria– a lo esperado por el Papa Juan Pablo, "durante la década de los ochenta creció como nunca la expansión religiosa no católica (Hugo José Suárez; Revista Cultura y Representaciones Sociales; marzo 2018)". 

 

Dos visiones contrapuestas: la de los católicos puros y la de la ambición del poder –ambas coexistiendo al interior de la jerarquía católica-, pero nuestra visión las contrasta mediante la revisión de hechos y datos como la larga historia de libertad religiosa que data –al menos– del siglo XVIII, la cual propició una sana coexistencia en territorio nacional de múltiples expresiones religiosas: judaísmo, testigos de Jehová, mormones, luz del mundo, budistas, islamistas, etc., donde todos tuvieron la misma libertad de culto y entonces ¿Por qué sucedió la Guerra Cristera en 1926-1929? La respuesta es, por el poder.  

 

Sin duda alguna, las religiones –más precisamente, las fiestas religiosas, su expresión popular– sirven como herramienta para contener la fragmentación y dispersión social causada por la urbanidad, permiten construir redes de migrantes para mantener unidos a los religiosos residentes en otros países, se convierten en instrumentos de organización colectiva para recuperar espacios públicos abandonados o cooptados por la delincuencia o por grupos de personas en situación de calle. En otra oportunidad vamos a ahondar más en el tema.   

 

 


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