DISTINGUEN A ANN CYPHERS Y JUDITH ZURITA, DEL IIA DE LA UNAM, CON EL PREMIO ALFONSO CASO DEL INAH
De la corresponsalía
Ciudad de México-. Ann Marie Cyphers Tomic y Judith Zurita Noguera, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, fueron distinguidas con el Premio Alfonso Caso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por su libro Retos y riesgos en la vida olmeca, escrito con Marci Lane Rodríguez, egresada del doctorado de esa entidad académica.
La obra forma parte del Proyecto Arqueológico San Lorenzo Tenochtitlán, encabezado por Cyphers desde hace 25 años en esa población de Veracruz, que hace tres mil años fue la primera capital olmeca.
"Recibir el Alfonso Caso me da mucho gusto porque es el premio máximo en arqueología mexicana para la investigación. Este libro es resultado de un proyecto de 25 años y a lo largo de ese tiempo hemos hecho varios trabajos interdisciplinarios. Su contenido es uno de los resultados de la investigación", señaló.
El texto aborda la subsistencia cotidiana y adaptación de los antiguos mexicanos a un ecosistema que los enfrentó a inundaciones frecuentes y al consecuente aislamiento de otras comunidades, pues la primera capital olmeca es una isla ubicada en las llanuras costeras al sur de Veracruz, en la cuenca baja del río Coatzacoalcos.
Adaptación humana al riesgo
El enfoque del libro aborda cómo son las adaptaciones humanas a un entorno de alto riesgo y cómo el pueblo olmeca pudo llegar a un considerable grado de desarrollo en un ambiente difícil.
"Las inundaciones son frecuentes en la zona, incluso los pobladores actuales subsisten del mismo entorno en donde los olmecas extraían sus alimentos. Aunque ese medio ha tenido cambios, hay una analogía importante entre la actual adaptación humana y la del pueblo olmeca", detalló.
Del aprendizaje que deja la más antigua de las civilizaciones mesoamericanas a la actualidad, la arqueóloga destacó que los olmecas, y quienes viven hoy en sus antiguas tierras, no siempre temen ante una inundación y sólo huyen al no haber otra alternativa.
La gente de la zona no reacciona con miedo ante esos fenómenos naturales, incluso los ve como parte del ciclo hidrológico y de la vida. "Reconocen que puede ser inconveniente, pero una vez que el exceso de agua pasa, entra más comida, más recursos acuáticos. Tienen su forma de quedarse, adaptarse, salvar lo que tienen y aprovechar la inundación como fuente de alimentos", explicó.
Para indagar cómo era la vida cotidiana de los olmecas y su adaptación al ecosistema, Cyphers coordina una investigación arqueológica que se amplía a estudios complementarios de biología y química.
De las coautoras del libro, Judith Zurita trabajó con fitolitos (partículas microscópicas de minerales que se forman a partir de las plantas) y Marci Lane con macrorrestos carbonizados de semillas y partes de plantas. También participó Emilio Ibarra, quien analizó el polen, tema que ocupa un capítulo del libro.
Asimismo, un grupo de la Facultad de Química –formado por Noemí Gabriela Cosío Arreola, Ana María Luna Estrada, Rolando Salvador García Gómez y Carmen Durán Domínguez de Bazúa– examinó un fogón de tres mil años de antigüedad, en el que hallaron evidencia de grasas animales producidas durante el proceso de ahumado de pescado, una práctica olmeca para la conservación de alimentos.
Cyphers explicó que el ahumado del pescado se usaba en épocas de crisis alimentaria, por ejemplo, al elevarse los niveles de agua y durante la canícula. "Entonces sobrevivían con ese recurso seco".
Este análisis sobre el consumo permitió entender que, durante el auge de población en San Lorenzo, no alcanzaba la tierra en su isla para producir alimentos. "Fue una crisis grande y tuvieron que importar comida a través de las redes fluviales y terrestres".
La conclusión del libro habla de las dificultades que provocaron la escasez de alimentos y la reacción de los gobernantes, que falló, porque llegó un estrés social y político que repercutió en la huida de la mayoría de los pobladores, especialmente hacia La Venta, en Tabasco.
"La primera capital decayó, quedaron pocos habitantes y surgió La Venta, a donde fue gente de San Lorenzo Tenochtitlán y estuvieron mucho tiempo, primero con poca población y luego con una más grande, entre los años 800 y 400 d. C. En tanto, San Lorenzo declinó alrededor del año mil", relató.
Aportes olmecas
Entre los aportes de la primera civilización mesoamericana, Cyphers resumió que los olmecas de San Lorenzo alcanzaron un desarrollo complejo entre 1800 y 1000 a. C.; este pueblo fue el primero en crear escultura en piedra, que utilizaron para engrandecer a sus gobernantes y promover sus sistemas político y religioso. Entre las variadas formas artísticas, destacan las cabezas colosales y los tronos monolíticos, por ser emblemas de un gobierno que gozaba del respaldo divino, concluyó.
Write admin description here..
Get Updates
Subscribe to our e-mail newsletter to receive updates.
Share This Post
Related posts
0 comentarios: